viernes, 27 de mayo de 2011

Qué fácil es hablar sin saber, ¿no? Hablar sin conocer, sin saber si estás acertando o no, si estás cerca de la verdad o estás muy lejos. Hablar de más, hablar por detrás, hablar sin que a la otra persona le importe lo que pensas de ella, hablar por hablar, hablar sin decir nada, hablar solo, hablar básicamente al pedo. ¿De qué sirve? ¿Te hace bien? ¿Te sentís mejor? ¿Más feliz? ¿Más lleno? ¿Qué se siente hablar de alguien al que no le interesa lo que pensás? Creo que se siente más vacío aún, no llega a nada, no llena ningún hueco vacio, no ayuda.

¿De qué sirve preocuparse por algo que no tiene importancia? ¿De qué sirve temer si te limita a accionar? ¿De qué sirve no escuchar un consejo, una palabra si no perdés nada sabiendo lo que otra persona opina? ¿De qué sirve no intentar si después te vas a quedar con la intriga de qué hubiese pasado si lo hacías? ¿De qué sirve querer llamar la atención si, a fin de cuentas, a nadie le vas a importar tanto como a vos mismo? Si, después de todo, siempre va a haber alguien que hable mal, que critique, que reconozca tus esfuerzos en vano.

¿De qué sirve toda esa mierda, esa mala vibra que transmitimos todos si al final terminamos todos perdiendo: morimos? Todos nos vamos, a un lugar lejano que nadie conoce, que nadie está preparado para conocer, que nadie quiere conocer. Estaría bueno tenerlo presente todo el tiempo, cuando actuás, cuando pensás, cuando mentís, cuando amás, cuando mirás, cuando criticás, cuando escribís... todo el tiempo. Estaría bueno que todos pudieramos aprovechar todos estos tipos de sensaciones que vivimos todo el tiempo. Hay que reír, no pierdas el tiempo llorando por algo que no vale la pena. Reíte y sonreí, reíte de vos mismo, reíte de todos, reíte de tu mamá, de tu papá, de tus hermanos, de tu mejor amigo y amiga pero, por sobre todas las cosas, reíte de vos mismo porque es la manera más sincera de demostrar humildad. No te gastes en valorar algo que no tiene valorar alguno, pero observa todo. Sentí el calor, sentí el frio, sentí los abrazos, los besos. Sentí el poder, sentí la gloria. Sentí lo bien que podes llegar a sentirte por haber intentado con todas tus fuerzas algo que creías totalmente imposible, aunque no haya funcionado. Sentí la locura, sentí la realidad y la ficción. Sentí el poder de la mente. Sentí la felicidad. Sentí, siéntan, porque después de todo, todo termina, todos se van, nadie es inmortal, todos morimos. Aprovecha todo, cada momento, cada pequeña cosa y, aunque no le encuentres una mínima importancia a algo, seguí buscando. Todo cuenta, todo vale, todo importa.

No hay comentarios: