sábado, 9 de julio de 2011

¿Dónde esconder tantas manos?

Que yo no soy, que es el. Que yo actué bien y el no. Ah no, de acá yo no me muevo. Que por cuestión de piel, de sexo, religión tus zapatos no me los pruebo.

¿A quién le vamos a tirar una pared cuando ya no nos quede nadie? Tal vez un perro fiel a cambio de comer soporte hasta lo insoportable. Temiendo ser peor, temiendo ser mejor, temiendo al fin, siempre temiendo. Viviendo en el ayer, aletargando el hoy. Sí, Victor, sí, Sobreviviendo. Juzgando al por mayor te alejas más y más del juicio que más importa que es el juicio interior, que es el que hay que afrontar siendo parte de esta torta.

Le atribuís el groove de un riff ciento por ciento a la paz de la nicotina. Hipocondría maternal y paternal, hereditaria vitamina. Los placeres te acortan la correa y vos que te pensas un indomable ¿Qué gracia tiene andar por esta sociedad jactándose de insobornable? Si como un pulpo vas, tirando piedras, no hay donde esconder tantas manos. Es mejor asumir la cobardía de huir a la responsabilidad de vivir.

No importa cuánto me puedas alejar de la realidad, yo siempre vuelvo. Psicología infernal, picante, dulce y sal. Pero despierto y ya no vuelvo. Pasado el tiempo al fin, el espejo devuelve una imagen más familiar. Voy eligiendo a gusto y alternando puede haber picante dulce y sal.

Me bato a duelo con quien diga que voy bien porque hay rachas en esta la vida. Soy grande y que el señor no vaya a confundir la soberbia con la autoestima. La soberbia mira desde más arriba y no llora penas ajenas, en cambio, el autoestima se transmite y contagia a cualquier persona buena. Juzgando al por mayor, te alejas más y más del juicio que más importa que es el juicio interior, que es el que hay que afrontar siendo parte de esta torta. Si como un pulpo vas, tirando piedras, no hay donde esconder tantas manos. Es mejor asumir la cobardía de huir a la responsabilidad de vivir.

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